La voluntad
autoritaria de las izquierdas se ha visto contradicha a partir de los resultados
electorales del pasado 27 de septiembre.
Pese a las
violentas amenazas y a la descarada intervenci�n estatal en las campa�as, el
partidismo de las revoluciones y el clamoroso populismo del Comandante Ch�vez,
el pueblo logr� expresar su inconformidad, superando el miedo generalizado a
represalias.
Pero el problema
que hoy se presenta no se reduce s�lo a las repercusiones que tendr� la revisi�n
de denuncias acumuladas durante el proceso.
El contexto
latinoamericano es m�s complejo. Por una parte observamos la liberalizaci�n
econ�mica de reg�menes de izquierda, como es el caso de Brasil y Uruguay. Sus
�xitos econ�micos se han logrado traicionando las bases ideol�gicas e hist�ricas
de las izquierdas. Presenciamos hoy una izquierda m�s cultural que econ�mica.
Una izquierda basada en la imposici�n de �valores� esenciales del socialismo.
Por otro lado, el
descontento venezolano se suma al efectivo ataque contra el narcoterrorismo de
las FARC, la muerte de su caudillo m�s conocido y la aparici�n de nueve veces
m�s informaci�n comprometedora que en el triunfo anterior. A eso se agrega la
exitosa gesti�n del gobierno chileno en materias p�blicas y econ�micas, que
parecen validar el modelo de gobierno centroderechista.
En este panorama
no resulta extra�o el recrudecimiento de los conflictos armados por grupos
delincuenciales vinculado tanto a drogas y mafia como a separatismos entrenados
por las izquierdas, como es el conflicto mapuche que ha capturado la atenci�n de
la ONU y la ingerencia internacional en la integridad territorial de la naci�n
austral.
La violencia en
M�xico con su saldo de v�ctimas y terrorismo selectivo, la migraci�n de las
�maras� (pandillas criminales) en Centroam�rica y la amenaza de la prolongaci�n
del r�gimen sandinista en Nicaragua agregan un factor de �profesionalizaci�n�
del crimen y la legitimizaci�n por necesidad del narcotr�fico como v�a de
financiamiento del terrorismo.
Hugo Ch�vez ha
incentivado el desequilibrio de la regi�n en nombre de la revoluci�n socialista
interviniendo a trav�s de financiamiento de planes de adoctrinamiento,
militarizaci�n de las fuerzas armadas rojas y - como ha salido a la luz en los
�ltimos tiempos � a trav�s de la facilitaci�n de lavado de dinero y
narcotr�fico. Un r�gimen que ha creado, incluso, �checas� que no ha dudado en
calificar como sus defensoras personales porque �l y el socialismo son
sin�nimos. Un socialismo autoproclamado marxista y trotskista.
Los resultados
electorales han significado que el Comandante no gobernar� desp�tica y
absolutistamente como le permit�a un parlamento con un nada cre�ble 100% de los
esca�os para miembros de su Politbur� personal. El ingreso de la oposici�n, con
un 52% del total de votos y el triunfo en 8 estados pero con una representaci�n
inferior a la voluntad popular, significar� la oportunidad hist�rica de
fiscalizar y cuando menos diluir la violencia con que se intenta imponer a la
poblaci�n un r�gimen que suprime todos los derechos y garantiza todas las
desgracias que se pueden contemplar dondequiera se analicen sus resultados
hist�ricos.