(Testimonio e
informaci�n
obtenidos en su
mayor parte de la
investigaci�n
realizada en
"Guerra en los
bosques: la lucha de
Estonia por la
supervivencia,
1944-1956".
Por M. Laar. The
Compass Press. 1992)
Para
comprender este
relato debemos
primero saber
qui�nes eran los
Hermanos del Bosque
a los que aqu� nos
referimos: Se
trataba de
partisanos
estonios, letones y
lituanos que
libraron una guerra
de guerrilla contra
el gobierno
sovi�tico cuando
tuvo lugar la
invasi�n y ocupaci�n
sovi�tica a los tres
estados B�lticos
antes, en parte
durante y por largo
tiempo despu�s de la
Segunda Guerra
Mundial.
Las
unidades de
resistencia variaban
en tama�o y
composici�n, desde
guerrilleros que
operaban de forma
individual, armados
primariamente para
auto-defensa, hasta
grupos grandes y
bien organizados
capaces de
involucrar a un
nuevo significativo
de soldados
sovi�ticos en
batalla. En Estonia
alrededor de
14.000/15.000
hombres participaron
de la batalla entre
1944 y 1953, hasta
que fueron
definitivamente
destruidos por las
fuerzas de ocupaci�n.
Antes
de ese triste fin -
mientras la
resistencia se
prolongaba -
ocultarse se iba
volviendo m�s y m�s
dif�cil. La vida era
dura en los bosques
y los pantanos.
Muchos de los
hombres que hab�an
luchado en batallas
de la Segunda Guerra
Mundial y hab�an
tenido que
esconderse en los
bosques despu�s para
evitar ser
encarcelados,
deportados o
asesinados por los
sovi�ticos, dec�an
que un a�o en los
bosques ten�a tantas
privaciones y
sufrimientos como
tres a�os en el
frente de batalla.
Estudiando la vida y
tiempos de la gente
que se escond�a en
los bosques y
pantanos durante los
a�os posguerra,
emerge el hecho de
que los fugitivos no
siempre eran
hombres, sino
familias enteras que
eran forzadas a
ocultarse. Algunos
se llevaron con
ellos a sus animales
de granja. Varios
levantaron viviendas
resistentes y
graneros, que
usualmente se
constru�an bajo
tierra y se
camuflaban. Algunos
claros del bosque
ten�an primitivos
campos para mantener
cultivos. Los grupos
de Hermanos del
Bosque inclu�an, por
tanto, un n�mero
significativo de
mujeres y en
ocasiones tambi�n
ni�os.
Naturalmente, el
coraz�n materno con
frecuencia se
lamentaba por sus
hijos, creando una
situaci�n peligrosa
tanto para la madre
como para el ni�o.
El peligro inherente
de tales arreglos
est� ilustrado en la
siguiente historia.
Por
muchos a�os, una
mujer llamada
"Madonna" se
escondi� con los
Hermanos del Bosque
del Condado Vorumaa.
Ella y sus hijos
escaparon y
regresaron a Estonia
despu�s de haber
sido deportados a
Siberia. El Hermano
del Bosque Alfred
K��rman recuerda:
"Ella
vivi� as� como por
un par de a�os,
segando heno para su
vaca en el verano y
haciendo trabajos en
secreto para sus
familiares mientras
los ni�os iban al
colegio. Dorm�a
donde pod�a. El
comienzo de las
deportaciones hab�a
asustado a la gente
y nadie se atrev�a a
protegerla m�s. Y
as� la trajeron
hasta m�, porque su
madre me hab�a
albergado una vez
cuando yo estaba
herido. Mi �nica
condici�n fue esta:
"No dar� un paso
fuera de nuestro
bunker sin mi
permiso". Ella
estuvo de acuerdo.
La
noche del 28 de
marzo ella se sinti�
terriblemente urgida
por visitar a sus
hijos en la villa y
pasar la noche en
casa, si parec�a
seguro. Discutimos.
No pude convencerla
de que olvidara ese
viaje sin sentido.
Finalmente jug� su
carta triunfal
diciendo: "Usted no
tiene hijos; no
puede imaginar lo
sentimientos en un
coraz�n materno". No
pude decir nada
excepto: "Vaya, pero
no traiga a ning�n
chekista a
respirarme en la
nuca". Se fue. Todo
estaba tranquilo
cuando yo me acost�
para dormir,
completamente
vestido.
Alrededor de las
tres de la ma�ana,
el rugido de un
motor sacudi� mi
bunker subterr�neo.
Salt� fuera
sosteniendo mi
autom�tica. Escuch�
detenerse a un
cami�n y alguien
grit�: "El camino a
la villa va para la
izquierda". Comenz�
el retumbar de
muchas pesadas botas
rusas hacia la
villa, un retumbar
horrible... y los
perros del pueblo no
escucharon nada. No
sonaron la alarma
hasta que los
soldados comenzaron
a golpear las
puertas. Escuch�
gritos: "Atkorite"
(�Abran!); luego el
chirrido de una
puerta, despu�s "Stoi!
Stoi! Stoi!" ("Pare!
Pare! Pare!"). Era
el retumbar de armas
de fuego autom�ticas
y muchos bramidos en
ruso. Regres� al
bunker, tom� mi
mochila, una manta,
alguna comida,
calcetines secos y
todas mis armas y
fui a esconderme
cerca de la salida
del pueblo por el
camino.
Volvieron,
maldiciendo mientras
se sub�an al auto y
manejaban pas�ndome
a m� y al bunker sin
detenerse. Esper�
otra media hora
hasta que el
retumbar de la
m�quina fue tragado
por el silencio de
la noche. Luego
regres� al bunker
silenciosamente para
ver qu� har�a
despu�s. Encend� mi
l�mpara y vi a
Madonna sentada en
mi cama s�lo con una
camiseta, descalza,
sin su ropa exterior
encima del regazo.
Me recompuse y le
dije enojado: "Voy a
cortarla en pedazos.
Maldita sea". Ella
respondi� llorosa:
"Primero s�lo m�reme
los pies". Y
entonces qued� mudo.
Los dedos y las
plantas de ambos
pies de Madonna eran
una masa de carne
sangrienta. Ella
dijo:
�Cuando golpearon la
puerta, no tuve
tiempo de vestirme o
encontrar mis
zapatos, agarr� mis
ropas de la silla.
Como los rusos
rompieron una
puerta, escap� a
trav�s de la otra y
corr� a trav�s del
campo. Me
dispararon. Las
balas erraron, pero
la tierra helada me
rompi� las plantas
de los pies�. No
puedo ni siquiera
describir las
semanas que le tom�
sanar.
Esa
misma ma�ana al
amanecer qued�
horrorizado al notar
sus huellas
sangrientas en la
nieve. R�pidamente
busqu� un saco
vac�o, una pala y
mis armas y segu�
las huellas por el
camino que hab�an
hecho. Recog� la
nieve sanguinolenta
en el saco de ambos
lados para que no
fuese visible desde
el camino. Eso no
nos habr�a salvado
de los verdaderos
cazadores.
Afortunadamente,
nadie vino a los
alrededores al d�a
siguiente para
buscarnos. Vivimos
por varias semanas
en constante estado
de alerta, mirando
el camino a la villa
desde un �rbol todo
el d�a hasta que la
nieve se derriti� y
sus pies se curaron.
Esa vez hab�amos
tenido suerte.
En
octubre de 1950,
Madonna fue
entregada por
familiares de su
marido y sus hijos
fueron sacados de su
colegio. Los caminos
se separaron, con la
madre yendo a
prisi�n y los hijos
al exilio".