En
el coraz�n de los planes de
Frelimo para transformar a la
sociedad estaba la villa
comunal, que Machel llam� el
"factor decisivo para la
victoria del socialismo en
nuestro pa�s".
El
programa del gobierno central de
una creaci�n compulsiva de
villas a lo largo del campo, el
establecimiento de aldeais
comunais que forzaban a
miles de familias de campesinos
a dejar sus casas rurales
ancestrales para mudarse a otras
zonas provoc� enojo y amargura
contra Frelimo, particularmente
cuando la gente comenz� a
entender que las mejoras
prometidas en su nivel de vida y
condiciones de trabajo no se
materializaban nunca.
La
expansi�n militar del rebelde
Renamo aument� la velocidad de
creaci�n de estas villas, porque
Frelimo encontr� la excusa
perfecta en la necesidad de
mantener a los campesinos lejos
de sus enemigos para implementar
la pol�tica que ya hab�a
planificado desde un principio.
Pereira sugiri� que la mayor
preocupaci�n del r�gimen al
respecto era la concentraci�n de
personas rurales para ejercer
control pol�tico, en lugar de
mejorar la producci�n agr�cola.
Los campesinos percibieron este
proceso como un intento del
gobierno por facilitar la
colecta de impuestos, aplicar
castigo corporal p�blico y
obligar a la gente a participar
en el llamado "trabajo
voluntario". Frecuentemente,
los descontentos residentes de
villas comunales que quer�an
regresar a sus antiguas casas
ayudaron a Renamo a destruir los
nuevos asentamientos formados.
Un
funcionario elegido en la villa
comunal Fidel Castro, fuera de
Xai Xai, capital provincial de
Gaza, cont� la historia de su
�aceptaci�n obligatoria� despu�s
de las inundaciones de 1977-78:
�Los
soldados vinieron y dijeron que
ten�amos que mudarnos a ese
lugar, y todos dijeron que no.
Ellos entonces construyeron una
escuela y un centro de salud, y
nos gust� eso. Pod�amos venir
aqu� y luego regresar a nuestras
casas. Los funcionarios Frelimo
siguieron dici�ndonos que
vini�ramos a este lugar, pero
nos rehusamos. Finalmente, nos
llamaron a todos a reunirnos
aqu�, y cuando vinimos, los
soldados rodearon la zona. Las
mujeres recibieron pases para
que pudieran regresar a nuestras
casas a traer nuestras
pertenencias�.
Una severa carencia de recursos
y personal entrenado socavaron
a�n m�s la capacidad del
gobierno de proveer servicios
b�sicos. Con frecuencia las
villas eran ubicadas y
planificadas sin consultar en
nada a los campesinos locales.
Los
gobernadores de Manica e
Inhambane, por ejemplo,
anunciaron programas de choque
de aldeizaci�n, aunque m�s tarde
se redujo.
Para 1981, 1,8 millones de
personas se hab�an mudado en
gran parte a la fuerza a 1.266
villas comunales.
La
excusa era la guerra, pero pocos
creyeron en eso. �Cuando se
dice que estamos forzando al
pueblo a entrar a las villas
comunales, es cierto�, dijo
Job Chambal, el entonces
Director Nacional de Villas
Comunales. �Porque si no,
entonces el enemigo usar� a esa
gente para destruir su propio
futuro. Esa gente est� siendo
liberada�.
Poco importaba que �esa gente�
pensara distinto.